Para hablar de este concepto, es importante entender: ¿Qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional hace referencia a la capacidad de reconocer, comprender y regular nuestras propias emociones, así como de interpretar y responder de manera adecuada a las emociones de los demás. Daniel Goleman, uno de los principales referentes en este tema, afirma que: “Esto nos recuerda que la educación debe ir más allá de los contenidos académicos e integrar el desarrollo socioemocional”.
Teniendo claro el concepto, hablar de inteligencia emocional, pero en el contexto educativo es un aspecto clave hoy en día para el aprendizaje y la convivencia, ya que no solo se trata de adquirir conocimientos académicos, sino también de desarrollar habilidades para comprender y manejar las emociones propias y las de los demás.
En el aula, las emociones están presentes todo el tiempo, en la forma en que un estudiante enfrenta un reto académico, o simplemente en cómo maneja la frustración ante un error, o quizás en la manera en que la que interactúa con sus profesores o compañeros. Por eso, la inteligencia emocional en el aula es una necesidad que tiene que estar presente hoy en día como un elemento clave y protector de diversas situaciones.
Varios estudios señalan que los desafíos sociales y tecnológicos que enfrentan los estudiantes, hacen que el aula se convierta un espacio donde también se aprende a gestionar emociones; y en este ejercicio el docente juega papel clave para moldear su comportamiento.
Incorporar la inteligencia emocional en la práctica pedagógica implica:
- Fomentar la comunicación abierta y el respeto.
- Enseñar a los estudiantes a reconocer y expresar sus emociones.
- Promover actividades que fortalezcan la empatía y la cooperación.
Los docentes, en su rol de líderes emocionales, deben recibir una preparación integral que les permita ser ejemplo y guía en este proceso, pues una adecuada formación en habilidades socioemocionales no solo contribuye al equilibrio personal y profesional, sino que también fortalece las relaciones humanas y potencia el bienestar. De este modo, la inteligencia emocional se convierte en una herramienta esencial para alcanzar una vida más plena y feliz.
Cuando un estudiante está emocionalmente equilibrado.
- Maneja mejor el estrés y la ansiedad frente a los exámenes.
- Tiene mayor disposición para aprender y concentrarse.
- Establece relaciones más sanas con sus compañeros.
- Desarrolla resiliencia frente a las dificultades.
Una adecuada formación en habilidades socioemocionales no solo contribuye al equilibrio personal y profesional, sino que también fortalece las relaciones humanas. De este modo, la inteligencia emocional se convierte en una herramienta esencial para alcanzar una vida más plena y feliz.
En conclusión, educar con inteligencia emocional no solo mejora el rendimiento académico, sino también forma personas más conscientes, resilientes y capaces de enfrentar los desafíos de la vida. El aula del presente y del futuro necesita tanto la tecnología como de la humanidad.